miércoles, 15 de junio de 2016

On 1:49 p.m. by LA COMUNA 12 MEDELLIN   Sin Comentarios
Para el adulto mayor el internet se ha convertido en una plataforma totalmente novedosa, pero estas nuevas tecnologías no son exclusivas de los más jóvenes, pues las personas mayores también tienen la posibilidad y el derecho de aprender a manejar estas nuevas herramientas, así mismo, para nadie es un secreto que actualmente estamos en la era tecnológica por lo que más que un derecho, se vuelve necesario que toda persona sin importar su edad aprenda a usarlas, puesto que la tecnología le permite aumentar y mejorar su desarrollo individual y social, así como optimizar su calidad de vida.


En la actualidad diversas organizaciones municipales han creado programas enfocados a enseñar y capacitar al adulto mayor acerca de los nuevos recursos tecnológicos disponibles con el fin de permitirles sacar el mayor provecho posible, con este fin entonces nacen los Telecentros. Jaime Sierra como presidente de en la JAC de Santa Mónica-Campo Alegre hace cuatro años decidió incorporar este centro de informática que actualmente cuenta con 16 computadores, un televisor, y un video beam a disposición de la comunidad.
Allí el señor Henry Abril dicta clases relacionadas con ofimática, las cuales están divididas en 5 niveles: Alfabetización digital, manejo de Word, de internet, Excel y Power Point, con una duración de 20 horas cada una de ellas, donde para el adulto mayor el conocimiento de esas herramientas logra aumentar su nivel de autonomía y autoestima, ya que le permite mantenerse informado, actualizado y lo hace sentir perteneciente a esta sociedad que está en constante evolución sin sentirse excluido.
Para finalizar, cabe resaltar que tanto para jóvenes como para adultos, la computadora es una herramienta que ofrece enormes beneficios como medio de interacción social y cultural, entretenimiento, actividad laboral y formación, entre otros.

                                                                                                            Por: Estefanía Restrepo Castro

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